¿Qué tal? Cuánto tiempo...
Siete años ya de mi último post. Entonces había publicado mi segunda novela de la saga de Las Guadañas Gemelas, la misma que voy a sacar a mediados de este mes en Amazon (con numerosos cambios). La primera salió en 2013, hace once años. Once años en los que tan solo he escrito cuatro novelas, aunque una de ellas sea tan extensa como las otras tres juntas. Y digo tan solo (aparte de porque objetivamente son poquitas) porque tengo unas cuantas más comenzadas, algunas bastante avanzadas. Otros podrían haber escrito unas ONCE MIL novelas ya, y no lo digo de broma (más abajo explico el por qué de esta cifra). Pero la vida, como siempre, no pone fácil escribir. No es fácil evadirse al nivel que me requiere sentarme a hacerlo. No es excusa, lo sé, pero es lo que hay.
Ahora, como comento, estoy embarcado con Amazon en una nueva edición de mi saga. Como primicia, voy a poner la portada de la segunda entrega, aún inédita.
Portada del segundo volumen de la saga en primicia. |
Estoy flipando un poco con el tema de Amazon. Nunca un autor lo ha tenido tan fácil para publicar su novela, eso por delante. Es increíble lo sencillo que es para un escritor poner su libro en internet sin pagar un duro euro por ello, saltándote todas las vallas que hasta hace cosa de una década tenía que superar quien quisiera ver publicada su obra. ¿Quién sabe cuántas obras nos habrían llegado de no haber tenido los, por así llamarlos, obstáculos de agentes literarios o editores? Creo que habríamos conocido a unos cuantos autores que habrían pasado a ser de los grandes y que nunca conoceremos. Todos sabemos que a la propia J. K. Rowling le costó muchos intentos llegar a ser aceptada por una editorial. ¿Y si se hubiera rendido antes? ¿Y si no tuviese esa fuerza inquebrantable o hubiese encontrado otro trabajo y olvidado la utopía esa de vivir de lo que escribes? ¿Y qué dice eso de los agentes y editores que la rechazaron una y otra vez? ¿Cuántas veces más habrá ocurrido y el autor habrá desistido a seguir intentándolo, privándonos de sabe Dios qué historias, qué universos, o cuántas mentes disfrutando de perderse en nuevos relatos y personajes? Incontables, sin duda. Pero eso ya tiene solución hoy día.
En parte, al menos.
El lado malo es que Amazon no es tan bonito como parece. Poner tu libro en internet es fácil, que lo vea alguien... ya es otro cantar. Porque al igual que lo puedes poner tú, lo pueden subir miles de personas con las cualidades necesarias para escribir y acabar una novela (o no). Y no todas son Juanita, la del quinto, que hace un libro sin corregir ni repasar, le pone una portada en word con cualquier imagen que ve gratis por internet, espachurrada de mala manera, y un título colocado como caiga.
Portada real, actual, de Amazon. Nada que ver con Juanita, la del quinto. |
También hay buenos profesionales. Y tienes que competir con todos ellos, y no solo están autores autopublicados. También hay gente como (en mi género) George R. R. Martin, Joe Abercrombie, Patrick Rothfuss o tantos otros. Todos ellos cuentan con una editorial potente que gasta mucho dinero (o debería) en una portada que te agarre de las orejas y te estrelle la cara contra ella y no puedas mirar otra cosa, al mismo tiempo que embute un dineral en marketing que te relega a ti, pobre mortal, a aparecer en la página 184 de la búsqueda. Y, como imaginarás, nadie llega hasta allí.
Me resultó mucho más fácil ponerme junto a Martin en la vida real que en los resultados de búsqueda de Amazon. |
Y luego está la gente que publica tropecientos libros escritos con IA. Y no me quedo corto con lo de tropecientos (cifra exacta donde las haya). Hace poco Amazón prohibió a los autores publicar más de 3 libros al día. TRES AL DÍA. Más de MIL al año. Y eso tras limitarlo, imaginad cuántos estaban publicando hasta ahora. Y, claro, eso no lo está escribiendo una persona. Pero sí que lo están comprando lectores reales. Y, o la gente no distingue una piedra de un diamante, o la literatura en Amazon y similares está devaluando realmente ese arte, como ha ocurrido ya con la ilustración.
El caso con las IAs es serio. He estado estudiando mucho el tema de Amazon estos pasados meses y, en una de mis indagaciones sobre marketing, encontré una página española, que no voy a nombrar, en la que daban consejos para escribir ganar dinero con libros. Una de estas páginas de empresaurios que han caído en los libros como podían haber caído en los aguacates, lo mismo les da mientras puedan sacar dinero fácil y rápido, tenía un FAQ en el que aclaraba lo que supongo que serían dudas comunes sobre el negocio editorial y el marketing. Las típicas (no míticas, por favor, milenials, dejad ya de decir "MÍTICAS" para referiros a algo típico, ¡devaluáis los mitos!) cuestiones como "¿Qué género es el que más vende?" o "¿Qué precio es mejor para una novela?". Lo típico. Recordad, TÍPICO. Y una de las preguntas, metida así como un garbanzo duro en medio de unos ricos conguitos, era:
"¿Y qué hago si quiero publicar un libro pero no sé escribir?"
Tamaño y densidad de la jeta del que plantea tal cuestión. |
Pero lo que me causó más inquietud no fue la pregunta (que, a ver, se contestaba sola), sino la respuesta. Decía algo así como que eso no era problema, que con ChatGPT se pueden hacer cosas muy interesantes, o que podía alquilar a un ghostwriter, o sea, a otro que escriba por ti. Entiendo (sin aprobarlo) que esto último suele suceder en el caso de gente famosilla que quiere dárselas de autores y de escritura sepan poco más que "la L con la A, LA". Pero en el citado caso de Juanita, la del quinto... ¿Qué sentido tiene? Nadie la conoce, tiene la ilusión de escribir, pero no quiere pasar por el arduo trabajo que ello lleva. Mejor que se haga solo, o lo haga otro.
Lo curioso del tema es que si hay un tipo de gente con cierta habilidad para sacar beneficios amplios en el tema de los libros es porque todo eso les funciona. Que da dinero, y mucho, por las cifras que he podido ver. Pero se lo da a ellos, a personas ajenas a la literatura. Para los escritores normales que no tenemos mucha idea de marketing no, pero, para esta gente, sí. Y sacan beneficios bastante grandes, como digo. El problema se añade al anterior de la IA, y lo multiplica: si esto toma este rumbo, si los gurús del marketing, a los que les importa entre cero y nada la calidad de lo que venden mientras les resulte rentable, y las obras creadas por IA son lo que más se va a vender... ¿A dónde nos dirige esto?
Los Simpson también predijeron esto. |
Ni se sabe. Pero no se puede hacer nada contra esto si ellos lo permiten y la gente lo compra, es lo que toca. Es como oponerse a las ilustraciones hechas con IA, el daño ya está hecho, no se va a poder volver atrás. ¿Quién nos lo iba a decir? En las películas antiguas de ciencia ficción, al representar a los robots del futuro, estos hacían las labores pesadas y arriesgadas para los humanos, para que nosotros no tuviésemos que hacerlas. Pero, oh, la ironía, resulta que en el presente los robots se dedican a... ¡hacer los trabajos relacionados con las artes! Es de locos.
Y, de nuevo, nos encontramos con la situación que comentaba al principio. ¿Cuántos escritores y dibujantes no lo serán nunca porque ahora ya es muchísimo más complicado dedicarse a ello como método de vida? Y no es que antes fuese un camino de rosas, más bien lo era de espinas. Pero, ahora mismo, ¿alguien va a tirarse décadas aprendiendo a escribir o dibujar y desarrollando un estilo cuando con un botón lo puede hacer, sin esfuerzo alguno?
Yo he dejado de dibujar, pero por otros motivos, lo hice antes de la aparición de las IAs. Si ahora escribo es porque lo disfruto, doy salida a todas las historias que tengo en mi cabeza como antes lo hacía con mis cómics, pero con mucha más libertad. No me gustaría que una IA escribiese las historias que quiero, porque me gusta escribirlas, no tendría sentido. Esto nunca fue un negocio para mí.
Supongo que ese es mi mayor problema.
Pero ahí seguiré mientras tenga moral para ello.